China no tiene límites, Estados Unidos retrocede
Si existe un tema a analizar en el mundo de la política, las finanzas, la economía y el mundo es el presente de las dos potencias del mundo. Por un lado, los Estados Unidos, cuyo presidente Barack Obama atraviesa su peor momento porque acaba de perder las elecciones legislativas, consideradas como el referéndum o la aprobación o no de su gestión.
Por otro lado, China es la segunda potencia económica mundial detrás de Estados Unidos y amenaza con transformarse en la primera en los próximos tiempos. Y además, acaba de obtener la máxima calificación por parte del Banco Mundial en uno de sus últimos exámenes.
Esto da cuenta de la gran diferencia que separa a ambas naciones. La de occidente quizá atraviesa su peor crisis de la década de 1930, con un presidente afroamericano que asumió con una gran adhesión popular, con gran expectativa mundial, recibió un Premio Nobel y sin embargo, dentro de sus fronteras, el descontento popular es muy grande.
En Oriente, los asiáticos sólo se dedican a crecer, a generar riqueza y a potenciar una economía que no se detiene. Además, los principales analistas globales aseguran que superará a Estados Unidos para ser la primera nación del mundo.
Los nuevos ricos chinos
Según la Academia China de Ciencias Sociales, ya existen unos 10 mil empresarios chinos que han superado la barrera de lO millones de dólares cada uno. Si uno toma en consideración la corrupción y la economía informal, probablemente la cifra sea varias veces mayor. Y los nuevos ricos chinos, como sus antecesores en los Estados Unidos y Gran Bretaña a finales del siglo XIX, presumen de su fabulosa riqueza a los cuatro vientos. Uno de los nuevos millonarios, Zhang Yuchen, no sólo construyó una réplica del Cháteau Maisons-Lafitte de París, erigido en 1650 por el arquitecto francés François Mansart sobre el río Sena, sino que lo "mejoró" —según dijo— agregándole un jardín de esculturas copiado del palacio de Pontainebleau. "Me costó 50 millones de dólares, porque quisimos hacerlo mejor que el original", se ufanó Zhang. Otro supermilionario pagó 12 mil dólares por una mesa para la cena de fin de año en el restaurante South Sea Fishing Village, de la provincia sureña de Guangdong. El resto de las mesas de año nuevo del restaurante valían 6 mil dólares. Cuando la noticia salió en la prensa, durante mi estadía en China, otro restaurante quiso sumar-se a la ola publicitaria y anunció que ofrecía su mesa principal para la noche de año nuevo por 37 mil dólares. Entre otros manjares, el restaurante de Chongking, en el sudoeste del país, ofrecía una sopa de gallina cocinada con un ginseng de cien años de antigüedad. Tan sólo la sopa costaba 30 mil dólares, se ufanó el restaurante.
En el Changan Boulevard, el tráfico es tan denso como en las otras ciudades más pobladas del mundo, si no peor. De los 13 millones de habitantes de la capital china, unos 1,3 millones ya tienen automóviles. Y muchos de los coches que circulan por la Changan son Audi. —el favorito de los empresarios y altos funcionarios, que cuesta unos 60 mil dólares—, Volkswagen Passat y Honda. Según el China Daily, el periódico destinado a la comunidad de extranjeros en China, las ven-tas de automóviles de lujo se han disparado en los últimos cinco años: Mercedes Benz ya vende unos 12 mil por año, BMW alrededor de 16 mil, y Audi unos 70 mil. La demanda interna por autos de lujo ha crecido tanto que Mercedes Benz se ha asociado con un grupo chino para montar una planta que a partir de 2006 tendrá capacidad para fabricar unos 25 mil Mercedes por año en China.
Y la gente por las calles parece mejor vestida que en Nueva York o Londres. Gracias a la gigantesca industria de la piratería, por la cual los chinos producen un porcentaje de sus bienes por encima de los pedidos de sus clientes, y luego los venden en China y en el mercado negro internacional por una fracción de su precio, la gente en las calles de Beijing y las otras grandes ciudades parece estar estrenando ropa constantemente, como si el país entero estuviera saliendo de las navidades todas las semanas. Los chinos han cambiado el traje Mao por el Armani pirateado, o alguna de sus versiones locales. Hasta en los barrios de clase media baja y pobres de Beijing, uno ve gente en ropa barata, pero casi siempre nueva. La primera impresión de cualquier visitante en Beijing, sin dudas, es de perplejidad total por la rapidez y el entusiasmo con que un país que hace tan sólo veinte años era conocido por sus hambrunas y su cerrazón al resto del mundo se ha convertido del comunismo al consumismo. Y, como me lo señaló Xu Yiiin, un veterano traductor que había pasado los mejores años de su vida en Cuba traduciendo a Mao al español, la segunda impresión de Beijing a menudo es de aun mayor asombro que la primera: "La gente que vuelve después de cuatro o cinco años no puede creer todos los nuevos edificios y avenidas que se han construido. Aquí, las autoridades municipales deben rehacer los mapas cada seis meses".
China regula y controla su economía
El crecimiento exponencial de China no es accidental ni casual, pero demanda un efectivo control de todas sus variables para evitar lo que muchos advierten cuando una economía registra altos niveles de crecimiento. Y así como ocurrió con los Estados Unidos y España, el objetivo es controlar una posible burbuja financiera.
Para ello, China anunció que implementó una reducción del excedente comercial al mismo tiempo que se desaceleraron sus exportaciones. Ambas medidas son complementarias a una serie de disposiciones para controlar la increíble escalada del país. En el mes de agosto, el superávit retrocedió a 20.000 millones de dólares cuando el mes anterior el registro había superado los 28.000 millones.
Funcionarios chinos aclararon que el retroceso de las exportaciones no es resultado de la economía, sino de correctas medidas para evitar un calentamiento y para prolongar el crecimiento a un plazo más extensible sin correr riesgos.
Además, se comenzaron a controlar los créditos y la venta de viviendas, para evitar rumores en los mercados y cuidar el sector inmobiliario, el mismo que explotó en territorio estadounidense y afectó a todo el mundo.
China no tiene límites, Estados Unidos retrocede
Si existe un tema a analizar en el mundo de la política, las finanzas, la economía y el mundo es el presente de las dos potencias del mundo. Por un lado, los Estados Unidos, cuyo presidente Barack Obama atraviesa su peor momento porque acaba de perder las elecciones legislativas, consideradas como el referéndum o la aprobación o no de su gestión.
Por otro lado, China es la segunda potencia económica mundial detrás de Estados Unidos y amenaza con transformarse en la primera en los próximos tiempos. Y además, acaba de obtener la máxima calificación por parte del Banco Mundial en uno de sus últimos exámenes.
Esto da cuenta de la gran diferencia que separa a ambas naciones. La de occidente quizá atraviesa su peor crisis de la década de 1930, con un presidente afroamericano que asumió con una gran adhesión popular, con gran expectativa mundial, recibió un Premio Nobel y sin embargo, dentro de sus fronteras, el descontento popular es muy grande.
En Oriente, los asiáticos sólo se dedican a crecer, a generar riqueza y a potenciar una economía que no se detiene. Además, los principales analistas globales aseguran que superará a Estados Unidos para ser la primera nación del mundo.
Según Soros, el poder del mundo será de China
Aunque muchos lo nieguen y se convenzan de la imposibilidad que suceda, todo proceso tiene un inicio y un fin pues, como dice el refrán, nada es para siempre. Y en el mundo de las finanzas internacionales, un nuevo paradigma está naciendo: la caída de los Estados Unidos como centro de poder mundial.
En el mundo de la economía y las finanzas –como en tantos otros- Estados Unidos la única potencia del mundo, sin embargo desde la crisis hipotecaria de 2008 que no logra retomar el camino del crecimiento mientras al mismo tiempo sufre el avance de la economía china, que ya superó a Japón y hoy es la segunda potencia del globo.
China endurece la legislación inmobiliaria
. China ha endurecido la normativa relativa a la venta de suelo para promotores en su último intento por contener la sobrecompra del mercado.
Las nuevas normas incluyen la obligación de pagar una entrada mínima del 50% en compras de terrenos del gobierno y la construcción de vivienda pública barata y el desarrollo de zonas suburbiales con el fin de frenar la escalada vertiginosa de los precios.
Anteriormente, los gobiernos locales pedían a los promotores una entrada del 20 al 30 por ciento del valor del terreno en las compras de suelo del gobierno. La nueva norma también obliga a los promotores a pagar completamente las compras del gobierno en un periodo de máximo de un año a partir del contrato de venta, con una ampliación de un año permitida para ciertos "proyectos especiales".
No se permitirá a los promotores comprar suelo de nuevo si no han pagado anteriormente en los plazos correspondientes, según hizo público el Ministerio de Finanzas, el People's Bank of China, el Ministerio de Vivienda y Recursos, la Oficina Nacional de Auditoría y el Ministerio de Supervisión.
La nueva norma también exige a los gobiernos locales que queden reflejados exhaustivamente los procedimientos de venta de suelo en sus presupuestos y les prohíbe realizar descuentos a promotores o permitir a los mismos retrasar los pagos.
El precio del suelo urbano creció a su mayor tasa en 16 meses el pasado noviembre, subiendo un 5,7% más que el año anterior.
Las subastas de suelo de los gobiernos locales serán organizadas de un modo mucho más estricto que antes para cumplir con el gobierno central.
Por otra parte, el gobierno ha abolido una reducción en los impuestos sobre los inmuebles que introdujo el año pasado para apoyar el mercado de la construcción durante la crisis financiera. A partir de este año, las ventas de viviendas de personas físicas se verán exentas del impuesto sólo tras un periodo mínimo de propiedad de cinco años. Este periodo se había reducido a dos años en enero de 2009.
China se convierte en el primer mercado de automóviles del mundo
Con más de 10 millones de vehículos particulares vendidos el año pasado, el país reafirma su puesto de primer mercado de automóviles mundial. Se hace así con el trono que ocupaba hasta ahora Estados Unidos.
Si se tienen en cuenta todos los vehículos vendidos (autobuses, camiones, vehículos), la cifra se eleva a los 13,64 millones, lo que supone una subida del 45% respecto al año anterior. Al lado de estas cifras, las ventas estadounidenses palidecen. El sector del automóvil en EE.UU. sufrió en 2009 un retroceso del 21%.
El sector del automóvil en China se ha visto beneficiado por una bajada del 10% hasta el 5% del impuesto de compra de vehículos nuevos con motores de cilindrada igual o inferior a 1600 cc. Se puso en marcha además un plan de 574 millones de euros de subvenciones para incentivar la compra de vehículos en las regiones rurales.
El potencial del mercado chino juega también un papel crucial en estos resultados. De 1.000 millones de chinos, el 50% de los compradores obtuvieron su permiso de conducir hace menos de 5 años. Aproximadamente un 5% de las familias chinas cuenta con un vehículo, frente al 80% de las familias de EE.UU.
Aunque los fabricantes estadounidenses pueden estar decepcionados por haber perdido el primer puesto a nivel mundial, se pueden sentir reconfortados por el peso importante que ocupan sus empresas en China. General Motors es el primer fabricante extranjero del país con 1,83 millones de vehículos vendidos en 2009, lo que supone un 67% más que en 2008. El fabricante se apoyó en los buenos resultados de sus marcas Buick, Chevrolet y Wuling. Ford también ha visto aumentar sus ventas un 44% en un año. El fabricante estadounidense anunció en septiembre de 2009 su voluntad de incrementar su presencia en el territorio chino con la construcción de una nueva factoría. Ford vendió en China 440.619 vehículos en 2009.
En lo relativo a las compañías europeas, Volkswagen obtuvo unos buenos resultados en 2009, con 1,4 millones de automóviles vendidos, lo que significa un incremento del 36,7%. Las marcas francesas todavía están lejos de estas cifras. En el caso de Peugeot Citroën, se alcanzó una cifra de vehículos vendidos de 272.000 en 2009.
En todo caso, China pretende reforzar su propio mercado, como atestigua la compra de Volvo por parte de la compañía china Geely Holdings el pasado diciembre. Ford decidió vender a ésta su filial sueca por 2.000 millones de dólares.
China "ya es la segunda economía mundial"
Un funcionario de alto nivel de Pekín dijo que China superó a Japón y se convirtió en la segunda mayor economía del mundo.
La declaración no fue confirmada por organismos internacionales.
Yi Gang, jefe de regulación cambiaria de China, mencionó el logro en comentarios publicados el viernes en una página de internet gubernamental.
Como explica el especialista en economía de la BBC Mark Gregory, es otro hito que marca China en su ascenso hacia el estatus de superpotencia.
Generalmente se acepta que el año pasado China prácticamente le arrebató a Japón la posición de segunda economía mundial. Por lo tanto -señala Gregory- pocos economistas pondrían en duda el anuncio del jefe regulador de las divisas de China de que ese momento histórico finalmente llegó.
Sin embargo, la declaración no vino acompañada por nuevos datos ni confirmada por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
Pobreza persiste
"China, de hecho, ya es hoy la segunda mayor economía del mundo", afirmó en una entrevista con la revista China Reform que fue publicada en el clic sitio de internet de su agencia, la Administración Estatal de Moneda Extranjera.
La carrera china es notable. Su economía creció cerca de 10% al año durante las últimas tres décadas, sacando al país de la pobreza. Sobrepasó a Francia y Gran Bretaña para convertirse en la cuarta economía en 2005 y en 2007 le arrebató la posición número tres a Alemania.
Según el Banco Mundial y otras entidades, para 2025 China superará a los EE.UU. y será la mayor economía del mundo.
Pero vale la pena aclarar que ese logro será en virtud de su vasta población: en términos de renta per cápita, los chinos seguirán siendo mucho más pobres que los habitantes de las potencias industriales ya establecidas.
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