jueves, 3 de marzo de 2011

La revaluación del yuan chino es un problema político


Luego de la disputa con Japón sobre la soberanía de las islas Diaoyu, y las tensiones con los EE.UU. a causa de las maniobras militares conjuntas de los ejércitos norteamericano y surcoreano, la devaluación del Yuan vuelve a poner al régimen chino en el centro de las miradas.

El 29 de septiembre, la Cámara de Representantes de Norteamérica presentó un proyecto de ley que contempla la implementación de sanciones económicas sobre los impuestos aduaneros a las exportaciones chinas. La votación fue de 348 votos a favor y 79 en contra.

El proyecto tendrá que pasar todavía por el Senado para que el presidente Obama lo decrete ley. Falta por definir, sin embargo, si el Senado lo aprobará antes de las próximas elecciones legislativas.

Actualmente hay en China dos puntos de vista diferentes sobre la revalorización del yuan. El primero cree que un aumento de los precios sobre los productos de exportación causaría un retroceso de las exportaciones. El segundo piensa que sería ventajoso, porque ello conduciría a una caída de precios sobre las materias primas y artículos  de importación, y por consiguiente la inflación sería limitada. También el poder adquisitivo del yuan se elevaría. Las empresas podrían mejorar su productividad y consolidar sus capacidades tecnológicas para cubrir las necesidades nacionales. Eso de hecho, podría reforzar la economía china.

La evaluación del yuan es vital para el régimen debido a la posibilidad de manipulación de divisas.  Las divisas extranjeras no son convertibles en China, por lo tanto el régimen chino, por el cambio fijo del yuan, puede comprar  libremente dólares estadounidenses.

Si el yuan escasea, China puede literalmente hacer funcionar las máquinas y producir más dinero lo que resultaría en dos anormalidades. Por un lado, puede conducir a una devaluación resultante de la elevada circulación de capitales. Por otro lado, no obstante, podría producirse también una revalorización externa de la moneda - el llamado fenómeno de la "revaluación externa y devaluación interna".

Tipos de cambio y manipulación 

De hecho, el crecimiento anual del flujo de dinero en China está en más de un 20 % y el público general soporta la carga principal de esta inflación. Si el régimen chino intenta dominar a este Frankenstein con el control de los precios de las materias primas, esto podría conducir a una escasez de materias primas y por lo tanto a una gran catástrofe.

¿Cómo se explica entonces que el régimen chino, dadas las ventajas aparentes, se rehúse a una devaluación del yuan? Ante eso, existen tanto motivos políticos como económicos.

De esta forma el régimen chino puede utilizar los tipos de cambio como palanca diplomática contra los Estados Unidos, y también como  herramienta de propaganda para manipular los sentimientos patrióticos de los chinos.

Durante su viaje a los EE.UU. el presidente chino Hu Jintao afirmó que China impulsaría  las reformas del sistema de tipo de cambio y las adaptaría a las necesidades del propio desarrollo económico y social, sin embargo nunca "se sometería a la presión exterior". 

En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2010 el primer ministro chino, Wen Jiabao, afirmó que cada fluctuación drástica del tipo de cambio del yuan podría ocasionar "disturbios sociales". Sin embargo, a Wen lo que verdaderamente le preocupa es que estos "disturbios", al contrario que lo que ha sucedido con el desempleo, podrían conducir a la caída del régimen comunista chino.

En una sociedad normal ningún tipo de cambio podría provocar "disturbios sociales". Las declaraciones de Wen es una muestra de la creciente pérdida de control sobre la sociedad por parte del régimen, y del temor a que cualquier cambio provoque una reacción que conduzca a su hundimiento.

La burbuja reventaría

En caso de una revaluación del yuan, las exportaciones se reducirían, las inversiones extranjeras disminuirían y el crecimiento económico se retardaría. La economía china, tan fuertemente apoyada por las inversiones extranjeras, podría sucumbir. Una economía tambaleante, bancos sacudidos por la crisis, una bolsa colapsada y el frágil estado de la sociedad - todo quedaría al descubierto.

La burbuja del llamado crecimiento económico, por la cual el régimen chino saquea el medio ambiente y los recursos naturales, reventaría. En otras palabras; el régimen no tiene en sí, ningún miedo de la revalorización del yuan, sino a la posibilidad de que ésta conduzca a una situación incontrolable, a un agujero negro económico, a un conflicto social agudo entre el régimen y la sociedad y a la también posible caída del régimen.

El régimen comunista siempre se ha concentrado en las ventajas a corto plazo y ha sido siempre muy cauteloso en lo concerniente al mantenimiento del poder, o en lo que en el lenguaje del régimen se conoce como "estabilidad social", sin embargo nunca ha defendido los intereses de su pueblo.

Intereses del régimen

La revaluación del yuan puede causar  una ligera presión inflacionista y quizá también puede ser indicadora de profundos problemas arraigados en la China actual. Al mismo tiempo podría causar un desempleo directo. Como a los actuales líderes políticos ya sólo les queda dos años de gobierno, es obvio que quieran mantener hasta su retirada un férreo control sobre la sociedad.

Los intereses del régimen consisten en ganarse el apoyo directo de la gente. Eso  significa concentrarse más en los problemas inmediatos, como el serio retroceso de las exportaciones y el desempleo masivo.

Igualmente  una revalorización considerable puede detener la afluencia de dinero caliente. Ese dinero puede contribuir a la estabilización de los precios en el mercado inmobiliario y también a ayudar al crecimiento del producto interno bruto (PIB), manteniendo por poco tiempo la ilusión de un crecimiento económico y la confianza del pueblo chino en la política del régimen.

El control comunista ha conducido a una estructura de productos baratos de exportación, y a una falta de innovaciones y de artículos de calidad. China ha estado ocupada en una política de bajos costos para mantener el nivel de exportación de los últimos 30 años, y no podría  resistir los efectos de un aumento de precios.

Cuando Japón, en su tiempo, experimentó de manera parecida las dificultades de la "revaluación externa y devaluación interna", desactivó la presión sobre la revaluación del yen favoreciendo la modernización de la industria y el desarrollo de productos de calidad.

Producción barata

El régimen tampoco está preparado para subir por decreto los salarios como sería el caso después de una revalorización del yuan. China sólo puede exportar sus productos a precios tan ventajosos por los bajos costos de producción derivados de una mano de obra barata. Los productos de exportación chinos permanecen tan baratos porque el régimen mantiene bajos los salarios. Los costos salariales en China ascienden sólo a un cuatro por ciento de los costes salariales de los Estados Unidos.

La decisión acerca de la distribución del salario dentro del pueblo chino es un proceso político. La economía china tiene dos características importantes: en primer lugar, el crecimiento de la masa salarial está por debajo del PIB, y en segundo lugar, los salarios  de los grupos mas bajos del mercado laboral crecen lentamente. Uno de los motivos es que el régimen controla los recursos políticos para la distribución de la riqueza, los cuales sustentan su poder. Otro motivo sería que el pueblo chino no puede influir en la política nacional por medio de elecciones libres como en los países democráticos.

A causa de ello, el régimen comunista tiene que continuar con las "sweatshops" (empresas de explotación), para mantener su fachada de progreso. La revaluación del yuan podría obligar a la sociedad china a creer en otro modelo, lo que a largo plazo sería ventajoso para el país, pero sin embargo es algo que el régimen comunista mira con temor.

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